Sobre la ovulación

La naturaleza no deja de sorprendernos en sus formas, funcionamiento y belleza. Como si de un volcán en erupción se tratase, aquí tenemos el primer plano de un ovario liberando un ovulo fértil, que es lo que conocemos con ovulación.

Cada ovulo se encuentra en el interior de un folículo, siendo el ovulo al folículo lo que una semilla a su fruta. La superficie del ovario está llena de estos.

 En cada ciclo, gracias a la acción de la hormona FSH (liberada en la hipófisis) un grupo de   folículos son estimulados, lo que provoca su crecimiento. Pero, de todos ellos, solo uno será el elegido, madurará sobre el resto, que terminarán reabsorbiéndose. El folículo ganador crecerá hasta tener un tamaño aproximado de unos 20 mm (como una pequeña uva) y gracias a la acción de otra hormona, la LH, se producirá la ovulación. Todo este proceso durará aproximadamente unas dos semanas.

Tras la ovulación, el folículo roto se cierra y forma el cuerpo lúteo, el cual, aumenta los niveles de progesterona, además los niveles de estrógenos fabricados por el ovario también estarán altos, lo que hace que se engrose nuestro endometrio del útero, preparando así un posible anidamiento de un embrión en el caso de producirse una fecundación. En el caso de que esta no llegue a producirse, el cuerpo lúteo se degenera, deja de fabricar progesterona, lo que hace que el endometrio se descame en forma de menstruación.

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